martes, 5 de enero de 2010

La navidad y la sociedad de consumo



Querido Papá Noel: “No sé lo que quiero, pero lo quiero ya”…


Cada diciembre los centros comerciales aparecen colmados de gente apresurada que carga bolsas de todos los colores. Todo empieza con la decoración navideña en comercios, calles y plazas. Y junto con las luces de fin de año, llega el tiempo de rendir culto al consumo. Los números lo corroboran: la venta de celulares creció en estas Fiestas el 35 por ciento respecto de 2006. Las ventas navideñas en general son este año un 20 por ciento más altas que el año último.


Para el filósofo Enrique Valiente Noailles, “estamos en lo que Lipovetsky denominó la era del vacío. El consumo es el epicentro de toda actividad de la humanidad contemporánea. Una fiesta de origen espiritual, en un contexto de este tipo, sólo acentúa la percepción de lo que falta. Por tanto, hace más frenética la búsqueda de un sustituto. El consumo es la herramienta que hemos diseñado para intentar escapar a la fosa común de la ausencia de un sentido“.

El sociólogo Fortunato Mallimaci aportó esta perspectiva: “Me parece muy bien que la gente consuma muchos bienes materiales. Eso significa que hay una sociedad que puede hacerlo. Sobre todo, porque en 2001 y 2002 esa sociedad vivía el consumo como un sufrimiento. También existe hoy un gran consumo de bienes espirituales, porque mucha gente cree que eso puede dar respuesta a sus necesidades, al margen de las respuestas provistas por las instituciones religiosas”.


Con la rémora nostálgica que el tiempo navideño conlleva coincide Valiente Noailles. Aunque con un sentido distinto: “Hay algo oculto en el sentido navideño que es una forma de nostalgia de una significación ajena a lo mercantil. Se expresa en el regalo, que al margen de la transacción económica, se da sin esperar nada a cambio. Tal vez sea una búsqueda desesperada de reinstaurar un intercambio que exceda la mera mercancía”.


Desde el Chaco, donde vive en contacto con una realidad bien distinta de la de Buenos Aires, el reconocido escritor Mempo Giardinelli aportó: “La globalización ha provocado que hoy las personas sean clientes. Los jóvenes no son tales, sino consumidores potenciales. Incluso los chicos son bombardeados con estupideces consumistas como el Día del Niño, Halloween o San Valentín”.
El autor de Santo Oficio de la Memoria subrayó: “A mí me importa lo que queda del otro lado de la globalización: ese enorme mundo de gente que celebra sin consumir, con más modestia que ostentación, con más amor que dinero. Son los que resisten a conciencia y no entregan su espíritu a la telebasura, ni a la agresión publicitaria, ni a la estética cretina”.

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